Construyendo cultura de la seguridad
Un individuo camina por la calle a altas horas de la noche hablando por teléfono rumbo al paradero, cuando de repente se da cuenta de que perdió el último autobus y tendrá que atravesar un callejón oscuro y aterrador en un vecindario peligroso para llegar a casa. Al no tener otra opción, se quita el reloj, esconde la cadena de oro que cuelga de su cuello y guarda su nuevo iPhone brillante en el bolsillo. Camina rápido por el callejón pero tratando de no llamar la atención, y en poco tiempo, atraviesa el vecindario y continua el camino a su destino.
Esta es una historia bastante común, entonces, ¿Qué tiene que ver con la construcción de la cultura de seguridad en una organización? La pregunta que debemos hacernos es esta: ¿qué llevó a este individuo a tomar medidas antes de adentrarse en el callejón? La respuesta es “su cultura de la seguridad”.
Creemos que una de las formas más efectivas de fomentar una cultura de seguridad sólida es educar a las personas sobre la amenaza y sobre cómo sus acciones impactan el riesgo.
Esa noche, el individuo en nuestra historia estaba convencido de que la amenaza era real y que necesitaba tomar medidas para protegerse de la amenaza. Esta convicción puede haber resultado del chisme de la oficina de situaciones que ocurrieron en este callejón en el pasado, de un amigo que fue asaltado precisamente en ese callejón o de noticias de delitos en el área, cualquiera que fuese la información sobre la amenaza, estaba convencido de que el callejón era peligroso y que podía ser asaltado. El individuo voluntariamente procedió a ocultar su cadena de oro, quitarse el reloj y guardar su teléfono celular porque entendió claramente que si realizaba estas acciones específicas, el riesgo de ser asaltado se reduciría. Estaba convencido de que la amenaza existía y sabía cómo sus acciones afectarían su riesgo (por ejemplo, “si me quito el reloj, el riesgo es menor; si me lo dejo expuesto, mayor”).
Si el personal de la organización no está convencido de que una amenaza es real, y si además desconocen cómo sus propias acciones impactan en el riesgo, inevitablemente terminarán tarde o temprano exponiendo los bienes y recursos valiosos de la organización en un callejón oscuro en alguna parte.