¿Cómo desarrollar una cultura de seguridad sólida en una organización sin información concreta acerca de las amenazas?
La autoridad se fundamenta antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables.— Antoine de Saint-Exupéry, El Principito.
Como hemos mencionado anteriormente, la educación respecto a la amenaza es esencial para promover una cultura de seguridad sólida, pero muchas veces no se cuenta con suficiente evidencia para justificar una amenaza creíble o, si la hay, la información es de naturaleza clasificada. Esta falta de información es un problema real dentro de una organización que pretente desarrollar una cultura de seguridad sólida sin contar con los hechos y cifras para convencer a su personal de que la amenaza efectivamente es real. Este fenómeno es muy común y es uno de los obstáculos más importantes a la hora de mejorar la cultura de seguridad. Cuando no creemos que la amenaza es real, consideramos que el esfuerzo no vale la pena. Es en ese punto que la regulación, los incentivos y las medidas punitivas son necesarias para garantizar que exista cumplimiento mientras que se construye cultura de seguridad.
Entonces, ¿cómo desarrollar una cultura de seguridad sólida dentro de su organización sin información clara acerca de la amenaza? Algunas personas tratan de hacerlo mintiéndole a su personal; algunos tratan de exagerar situaciones o simplemente citan tendencias globales, artículos de noticias, prácticas de excelencia, eventos ligeramente relacionados o casos similares que han afectado al mismo sector o a la misma industria en otras ubicaciones geográficas. Estos métodos son muy distintos dependiendo de la organización, pero es extraño encontrar directivos que aborden el problema de manera sencilla y directa. Una vez escuché a un director de una instalación de investigación que opera material radiactivo decirles lo siguiente a sus cien empleados después de inaugurar un nuevo sistema de seguridad en sus instalaciones:
“No estoy enterado de ninguna amenaza en contra de nuestras instalaciones en este momento. Ustedes saben que nuestra ciudad y nuestro barrio son seguros. Nada ha ocurrido aquí antes, pero, aunque creemos que la amenaza es baja, quiero que iniciemos una campaña de prevención. Los animo a que sigan nuestros nuevos procedimientos de seguridad y a que cuiden nuestros nuevos equipos. Si operamos nuestra seguridad adecuadamente, el día que alguien quiera atacar o robar de un sitio como el nuestro, escogerán el que tenga la peor seguridad y no seremos nosotros. No podemos permitir que un evento como ese, así parezca remoto, ponga en peligro el sustento de nuestras familias y la seguridad de nuestros vecinos.”
Fue un gran discurso, el director de la instalación tenía suficiente confianza en su personal como para compartir con honéstidad su raciocinio. En vez de educar en cuanto a la amenaza (sobre la cual no tenía mayor información), decidió hacerlo basándose en su motivación e interés. El discurso fue suficientemente poderoso como para convencer a sus empleados de que voluntariamente le dieran prioridad a las tareas y procedimientos relativos a la seguridad (aun en ausencia de regulación o una amenaza sustentada). Hoy en día, esa instalación ostenta una de las métricas de desempeño más altas de cualquier sistema de seguridad de los que medimos en el mundo.
Un alto nivel de cultura de seguridad es alcanzable y la educación es fundamental para ello. Los cambios de comportamiento solo ocurren cuando los miembros de un equipo entienden porque la transformación es necesaria y como pueden ellos participar de esta transformación. Cuando no se cuente con información sobre la amenaza, inspire y regule mientras educa a su personal. Cuando la organización se enfoque en una educación efectiva logrará desarrollar una cultura de seguridad cada vez más robusta.